Ciencia, tecnología y sociedad | "Trabajo 6"
Instrucciones
El buen ancestro
Escribir un breve texto dando respuesta a las siguientes preguntas.
Los tiempos de la democracia son reducidos, determinados por los ciclos electorales, por lo que no reconocemos derechos o una voz representativa a las generaciones futuras. ¿Es posible desarrollar el pensamiento de catedral en el marco democrático? ¿Puede la democracia producir al buen ancestro?
Extensión máxima: Máximo 500 palabras. Puede ser una entrada en vuestro blog.
Discusión
La lectura y el vídeo de Roman Krznaric me han resultado bastante evocadores. La resolución de este ejercicio es muy personal y puede que no sea del agrado de todo el mundo. Es, por tanto, un artículo de opinión.
Veo varios problemas fundamentales en las democracias actuales, al menos en la que tenemos más cerca:
- El esquema de incentivos favorece sólo al corto plazo.
- Los actores políticos (personas tal vez, pero sobre todo instituciones) a más largo plazo están bastante despistados:
- Jefatura de estado, monarquía: no están haciendo un trabajo eficaz de liderar a la sociedad fuera de los ciclos de 4 años. Pienso que la sociedad ni siquiera espera ver muestras de liderazgo de esta institución, que solo ejerce de florero y en el mejor de los casos, de comisionista profesional. Como está libre de escrutinio público y sus ciclos de renovación no existen ni se les espera, esta situación no ayuda a que "se ponga las pilas".
- Instituciones que representan los poderes del estado: A pesar del trabajo que representan, parecerían estar en una deriva destructiva que mina la confianza de la sociedad. Da la sensación que navegan a través de las crisis y lo urgente sin criterio dando una sensación de inevitabilidad que hace reflexionar en la poca atención que prestan a lo importante. Puede que la población se sienta desamparada por la aparente ausencia de rumbo, más allá de tener que salir como sea del agujero del que se trate en cada crisis coyuntural.
- Tal vez toda esta escalada pesimista que sucede en mi cabeza pudiese ser desviada de su rumbo mediante el uso de marketing en un ejercicio "sofista" sin fundamento, que dé la apariencia de algo más motivador, en cuyo caso tendría que reconocer que en el sistema actual hay fundamentos para una aparente esperanza. Parecería, no obstante, un ejercicio de ingeniería social, aun más preocupante, si cabe y de consecuencias imprevisibles. Es decir, es malo si la situación continúa como está sin cambios o si se aplican medidas de marketing sin sustancia. Las reformas necesarias deben ser de más calado.
Tal vez haya que cambiar el esquema de incentivos de las democracias para dar más peso a actores que, siendo elegidos, tengan plazos más largos que los 4 años (como se menciona en el material de este tema, tal vez deba existir algún comité que tenga visibilidad e incentivos para pensar a 7 generaciones de plazo).
Usando el esquema actual, tal vez la jefatura de estado y el resto de instituciones deban "mover el culo" y "empezar a trabajar" para ganarse la confianza de la población. Asimismo, tal vez la población deba dejar de conformarse con el estado de cosas que permite que personas incompetentes acaparen poder que no ejercen en beneficio de la sociedad, sino que perpetúan de manera hereditaria y con una corrupción al menos cuestionable.
Si las instituciones actuales ganasen (no sé cómo) protagonismo, rumbo, empezasen a ejercer una hoja de ruta en la que lo importante ganase peso frente a lo urgente (ya que parecería que siempre hay una crisis aparente a la que echar la culpa de la falta de liderazgo), posiblemente la sociedad estaría por la labor de "dejarse guiar" y en su turno, elegir a sus representantes con criterios menos cortoplacistas.
Esto requiere, por supuesto, instalar una resiliencia en la base de la sociedad que ayudase a minimizar el efecto de la urgencia de las sucesivas crisis. Sin embargo, la mala noticia es que la resiliencia, que por lo general consume recursos públicos y por tanto no suele gustar al capitalismo, está penalizada comercialmente a cambio de beneficios extraordinarios puntuales mal repartidos, lejos de la idea de que la sociedad rema toda ella en el mismo barco. La pandemia de la COVID-19 puso por enésima vez en la palestra cómo el sistema público (mediante políticas monetarias expansivas) lidera la salida de la crisis de una manera que el capitalismo radical no hubiese podido igualar.
De alguna forma el capitalismo radical, carente de criterios sociales, consigue debilitar a la sociedad prometiendo a los individuos "el maná que merecen", que al final depende de la propia viabilidad de la sociedad a largo plazo (pero eso no lo comunican en sus consignas). Los individuos susceptibles (a su vez con poco criterio social e influenciables políticamente) desgraciadamente se dejan convencer por los cantos de sirena.
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